[También puedes llamarme Crista]

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Indefinible (que no indefinida)
Y podrías llamarlo el fin del mundo...

domingo, 13 de marzo de 2011

Vino tino. De Toscana.

Nosotros no tuvimos champagne porque yo no voy a ningún lado con una botella de alcohol francés en el cuerpo.

A parte de al hospital, claro.

Así que no hubo champagne, pero sí vino. Tinto. De Toscana. No recuerdo si fue una botella o si fueron diez, porque, en el fondo, ¿qué importa?

Un suspiro. El humo del tabaco flota, estático, en la habitación.

No hubo grandes saludos, tal vez no hubo ni siquiera grandes frases. Podría resumirlo en miradas, en gestos, en sensaciones. No hubo disculpas, eso sí que no. Nunca las hay, porque es mucho más interesante la discusión.

(Que tampoco hubo).

Una sonrisa. A lo lejos, alguien abre una ventana, o un balcón -¡que más dará!- y la brisa huele a final de verano.

No sé. Sería Happy Ending mezclada con el vino aquel. Que me pongo sensible (o abandono todo sarcasmo. ¿Es lo mismo?) Tuvimos complicidad, de esa que habíamos perdido. De camino a casa, medio borrachos, sonó (no sé si en mi cabeza o en su móvil) November Rain y…

No sé. Luego vino Don’t Cry, y yo lloré, y te juro, te juro que lo oí cantar.

Otro cigarrillo. El mechero es nuevo.

No tenía una casa de revista de interiores. No recuerdo si el primer beso fue en la puerta, o en el ascensor, o cuando. Solo fue una consecuencia, algo que ya esperábamos.

Y cuando sonó Every Breath You Take, tuve que confesar que no me lo esperaba.

1 comentario:

WANNA HEAR YOU SCREAM.