[También puedes llamarme Crista]

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Careine
Indefinible (que no indefinida)
Y podrías llamarlo el fin del mundo...

jueves, 25 de noviembre de 2010

Vera&Josh

-No. -repitió por enésima vez.
Vera sintió como la rabia nacía en su estómago y le subía por la garganta, a toda velocidad.
-¡He dicho que quiero salir! -le gritó, levantándose del sofá.
Al contrario de lo que esperaba, él no se achantó. Se echó a reír.
-Te estás poniendo como un tomate. -se burló.
Ah no. Eso sí que no. Nadie se mofa de Vera Lionheart sin recibir su merecido. Se lazó contra él, con los puños por delante, buscando pegarle en el pecho, pero la estrategia no funcionó, y él la atrapó prácticamente en el aire.
-Suelta. -gruñó ella, retorciéndose.
-¿Por qué?
-¡Porque si no te voy a dar semejante bofetada que...!
-¿No era eso lo que intentabas?
-¡Sí!... ¡No! ¡Suelta!
-Oh, está bien, está bien. -Josh puso los ojos en blanco, aflojando la presión que ejercía en las muñecas de Vera y apartándose rápidamente cuando está intentó golpearle otra vez.- Y no, no vuelvas a lo de antes. No vas a salir, y punto.
-Josh, en serio. -Vera optó por su segunda estrategia. Dar pena.- Necesito salir.
-Ajá. Y yo necesito que te estés tranquilita y calladita. ¿Cómo lo ves? -repuso él, mirándose las uñas.
-Vete a la mierda. -estuvo a punto de perder los estribos otra vez. Le dió la espalda y apoyó la frente en el cristal de la ventana. Desde allí podía ver la Escuela.
-¿Pero no ves que te estás comportando como una cría? -pareció que Josh iba a añadir otra cosa pero enmudeció de repente. Vera se tensó al sentir su respiración muy cerca de ella. ¿Cómo se había movido tan rápido?- Ah. Ya veo. Quieres ir allí, ¿no?
Ella no contestó. No quería mostrarse debil ante aquel chico. Casi no lo conocía (y aquello era una verdad inquietante, porque se dio cuenta de que él la trataba con total naturalidad).
-Déjame en paz. -fueron las únicas palabras que salieron de sus labios, como un susurro, como una maldición.
-Quieres... -vaya, ahora había abandonado toda la chulería, parecía... cohibido. Como un niño.- Aprender... música, ¿no?
Ahora era suya la sonrisa burlona. Vera saboreó el momento.
-Ajá. Pero claro, tu no podrías entenderlo.
-Eso ha sido cruel.
-Nadie te dijo que no fuera a serlo.
-Muy bien. Pues no sales.
-¡Eso es injusto!
Entonces él volvió a reír y Vera comprendió (demasiado tarde, tal vez) que había vuelto a perder el control de la situación.
-Nadie te dijo que no fuera a serlo. -Josh estaba muy cerca de ella. Demasiado.
-Lárgate.
-Como ordeneis, señorita. Por cierto... -él retrocedió un par de pasos.
-¿Qué?
-Acerca de lo de la m...música...
Ella suspiró, cansada, pero lo dejó continuar (porque aunque tenía mucho orgullo también era jodidamente curiosa).
-Drake sabe cantar.
A Vera se le escapó una caracajada aguda, pero alcanzó a decir:
-No voy allí a aprender a cantar.
-Y yo no te he dicho que Drake solo sepa cantar. También sabe tocar esa guitarra pequeña que llevabas...
-Violín.
-Lo que sea. También sabe. Drake... Drake es muy listo.

martes, 23 de noviembre de 2010

Es la vida, compañero

Y siempre era lo mismo, mientras lo miraba con esa mirada que tanto lo molestaba, mientras susurraba su nombre.
Fumaban a escondidas en el cobertizo. No eran amigos, no eran novios, no eran amantes.
No se conocían.
Pero fumaban juntos, escondidos en el cobertizo, y aquel fué el principio del fin.
(...)
-No lo entiendo. No lo entiendo, ni lo entenderé nunca. Allá fuera están tirando bombas. Matando gente. Y nadie sabe por qué, pero les dejamos hacerlo. ¡No está bien!
-C'est la vie, compañero. -susurró el otro, mientras aplastaba el cigarrillo contra el suelo.
Le brillaron los ojos.
-¿A quién?
Siempre le gustaron los chistes malos.

Nota desde el tejado:
Tengo ganas de escribir una historia de amor.
Una de verdad, pero no se me dan bien, porque no lo he intentado en serio.
Pero no sé. Creo que me lo debo.


domingo, 21 de noviembre de 2010

Madison Tense.

>>Rómpeme el corazón. -le susurró una vez.- Rómpelo en mil pedazos, y luego písalos. Quémalos, entiérralos. Olvídalos. O guardalos en algún bote de cristal y quédatelos, ponlos en esa vitrina de trofeos que sé que tienes y dedicate a regodearte en tu victoria. Hazlo, porque, hagas lo que hagas, yo seguiré viva.<<

Maddie se llamaba Madison Tense, y era una importante que un fatídico día intentó matar a Pensamiento. Y digo intentó, porque tres segundos antes de que sacase la pistola, ella se dió cuenta y la redujo. Ya sabemos como es Pensamiento. Maddie era alguien complicado que creaba problemas a su alrededor, porque conocía a Anders y a su historia, porque ejercía sobre Sean un influjo extraño que nadie (excepto ellos dos) entendía, y porque, bueno, había intentado asesinar a Pensamiento, y todo el mundo sabía que eso no está bien.
Y lo peor de todo, era que ninguno de los tres podía matarla, porque, claro, era una importante, aunque fuese su prisionera. Y Maddie pensaba aprovecharse de aquello, pero no había contado con un algo aún más problemático que ella.
Se llamaba Shaff Jeevas, era un pirata, y se la soplaba que Maddie fuese lo que era, porque él vivía de pasarse por el forro las leyes.
El futuro de Madison Tense, alias Maddie, alias Rubita, alias Incordio, pasó a ser desconocido el día que, por alguna razón, intentó acabar con una asesina de la Red.

viernes, 19 de noviembre de 2010

À mon avis

>>-Sophia Sand nunca encontró el camino a casa. Blaze nunca supo que lo buscaba, porque Sophia nunca le dejó ayudarla a encontrarlo.
Sophia Sand era una niña perdida que, una mañana, decidió que podía mirar al futuro mientras buscaba su pasado. Pocos se plantean hacerlo, casi ninguno consigue realizarlo.
Por supuesto, Sophia pudo.
Sophia Sand pintó una mañana una sonrisa en la cara de la Mentira. Y así se quedó, hasta que Mentira fué rota.
Sophia Sand nunca robó un cielo. No le gustan las nubes, ni los aviones que tiran bombas. Eso todo el mundo lo sabe.
Sophia Sand quiso. Sophia Sand amó. Sophia Sand odió. Sophia Sand maldijo, y estoy convencido de que, en ocasiones, Sophia Sand también lloraba.
Sophia Sand, aunque muchos no lo crean...
Era humana
Es un hecho.
Y como es humana, se que vosotros no la habeis matado.<<
Blaze el desmemoriado, Rebelde, heredero de Sonnë.

sábado, 13 de noviembre de 2010

¿Le late a usted el corazón, señorita de Ritmia y Wilde?

Con un suspiro leve, Nitsu sacó el paquete de tabaco del cajón de la mesilla. Dejando el cigarro colgando en sus labios, le preguntó a November:
-¿Quieres?
-¿Por qué siempre me ofreces, si sabes que no fumo? -la voz de la chica sonaba extraña. Aquello había sido un reproche, pero Novie no había utilizado su tonillo de los reproches. De hecho, Novie parecía... reflexiva, pero ese era un estado que no iba con ella en absoluto.
-¿Te pasa algo?
-Déjalo.
-November...
-Enciendete ese cigarro y cállate, Holland.
Nitsu obedeció mecánicamente, con la vista clavada en la espalda de November, después, pronunció su nombre en voz baja.
-¿Qué?
-Sujetame el cigarro, voy a ponerme los pantalones.
Ella chasqueó al lengua, y extendió dos dedos, agarrando el cigarrillo. Después, volvió a su postura original.
Nitsu se tomó un segundo para mirarla desde donde estaba.
Se había sentado al borde de su cama y la luz que entraba por las persianas bajadas casi del todo, hacía que su silueta se viese recortada contra la oscuridad. Un efecto extraño. Sujetaba el cigarro con un estilo que solo tenía ella, y, como estaba desnuda de cintura para arriba, Nitsu podía ver las cicatrices.
Con un suspiro, se levantó y buscó a tientas sus pantalones, tirados por el suelo. Cuando consuiguió ponérselos, se sentó al lado de la chica, cogiendo el cigarro.
-Hoy es el cumple de Charles. -susurró ella.
-No.
-Sí.
-Me sé el cumpleaños de todos tus hermanos, Novie. Hoy no es el cumpleaños de ninguno.
-¿De todos?
-De todos.
-¿Ah sí? ¿Cuando es el cumpleaños de...?
-No. -cortó Nitsu.- No empieces otra vez. ¿Por qué esto es así siempre?
-¿Así como? -sus ojos bicolores brillaron cuando se volvió para mirarlo.
-Tu me atacas y yo te ignoro. Permanentemente. ¿No te aburre?
Novie entornó los ojos. La cicatriz se arrugó levemente.
-Si me aburriese, no te atacaría, ¿cierto? Si tanto te aburres... Cambia te estrategia.
-¿Quieres que te ataque? -Nitsu enarcó una ceja.
Incluso molesto y con actitud negativa estaba guapo.
-Prueba. -lo tentó November, dándole un beso en la clavícula.
-Muy bien. -le susurró en el oído.- ¿Le late a usted el corazón, señorita de Ritmia y Wilde?
Se hizo el silencio, un silencio denso y pesado. Un silencio terrible. Y se oyó la voz clara de November, en un murmullo, como arrepentida:
-A veces, Nitsu, a veces.

November: 0, Nitsu: 1.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Los misterios de la pequeña Pensamiento

A Pensamiento podrían haberla llamado Amenaza y entonces la cosa tendría más sentido. Pero hubiese sido todavía mejor si su nombre hubiese sido algo como Acción o incluso Verdad.
Pero se llamaba Pensamiento, y bailaba como nadie. Se llamaba Pensamiento y pertenecía a la Red.

Por eso a él nunca le gustó, porque era una propiedad. Porque sabía que si Suerte la llamaba, ella acudiría, aunque tuviese que pasar por encima de alguien. Y eso a él no le hacía gracia.
Pero él se equivocaba con Pensamiento, porque antes que a la Red, se pertenecía a sí misma. Porque antes que a asesinar, había aprendido a bailar. Porque era dura por fuera, y por dentro también. Pero eso él no lo sabía. Solo sabía que era Pensamiento, y pertenecía a la Red. Y ni siquiera era una importante.

Ignoraba de dónde había salido, pero no le importaba, porque a él solo le importaba el presente. Y Pensamiento tenía un pasado y un futuro, pero no tenía lo que él consideraba más importante. ¿Por qué?
Porque Pensamiento vivía tres segundos antes que todo el mundo.

Era la reina del disfraz, aun que no lo sabía.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Os presento a la familia Sky

-Hay que reconocerlo, -decía siempre Vlad.- en este mundo hay familias con clase, familias sin clase, y familias con mucha, mucha clase. Y los Sky pertenecen al tercer grupo.

Siempre que se hablaba de los Sky en algún bar, hasta los más borrachos levantaban la cabeza. Era la familia más rara del mundo.

El señor Sky era el vivo retrato de su padre (“¡que en paz descanse y que no vuelva!” como solían decir los más valientes) Gaston Sky I, pero había heredado algunos rasgos de su madre, la señora Micaella Sky, una mujer de armas tomar (ahora convertida en Abuelita Micaella), así, Gaston Sky II combinaba los rasgos nórdicos de su padre con los mediterráneos de su madre en un cóctel extraño, sí señor.

La señora Sky era Isobel Sky (anteriormente Isobel Uran), madre de los ocho niñatos Sky, una mujer con todas las letras. Ella mandaba ¡y más le valía a la humanidad que sus deseos fuesen cumplidos! Aunque claro, cuando tienes ocho hijos, cada cual peor que el anterior, o tienes mucho carácter, o acabas queriendo suicidarte.

Sin embargo, las fuertes personalidades del matrimonio Sky no son lo que generaba las conversaciones en los bares. Esos eran los ocho hijos de Isobel y Gaston: Sam, Nikita, Nicolai, Johann, Crysis, Talline, Alessandro e Ingrid. ¡Aquellos malditos niñatos! Levantaban opiniones adversas en todo el país, pero solo había una que compartía todo el mundo. Eran raros de cojones, y no se parecían en nada. Pero empecemos por el principio:

El mayor de todos era Sam, un chaval aparentemente tranquilo, de algo así como veintitrés años, y de un tamaño extra grande. Hombros anchos y una estatura más que considerable, hacían de él alguien imponente. Era un experto informático y se rumoreaba que trabajaba entrenando al ejército. Pero Sam Sky era todo un misterio.

Después de él había nacido Nikita Sky, a la que nadie se atrevía a llamar por ese nombre, y a la que todo el mundo se dirigía por Ai. Era una joven rara (casi más que toda su familia, pero claro, alguno de los pequeños la superaba) e independiente, que hablaba por todos los demás. La portavoz, por así decirlo, una chica de cabello castaño y lengua viperina (“¡si alguna vez se la mordiese, seguro que se envenenaba!” Pensaban muchos y comentaban unos pocos). Tenía mente de empresaria, y todos temían que algún día se convirtiese en una.

Tras Nikita, dos años menores, iban los gemelos, Johann y Nicolai, Nicolai y Johann. Tenían diecisiete años y ya eran las caras (y los cuerpos) de varias firmas de moda. Eran unos jovencitos guapos que resultarían encantadores… Si no hubiesen heredado los caracteres de Isobel Sky y de Abuelita Micaella y se dedicasen a ignorar todo lo que les rodeaba, o a ser desagradables con todo el mundo, haciendo declaraciones escandalosas que su hermana mayor tenía que esforzarse en suavizar después. Niñatos insoportables y mimados, eso eran.

Dos años y medio después de Nico y Johann, habían llegado dos miembros más a la familia. Los mellizos, Talline y Crysis. Probablemente no ha existido en el mundo dos mellizos tan diferentes a simple vista. Crysis no amenazaba, actuaba. Talline gritaba improperios a diestro y siniestro, pero rara vez los cumplía. Aunque, claro, Talline podía acertarte entre los ojos con un cuchillo, a la distancia que fuera. Otra cosa que no tenían en común era la energía (o rasmia, como la llamaba Abuelita Micaella), porque Crysis era tranquilo y frío; y Talline se movía tanto que parecía que había tres o cuatro Tallines en la sala. Crysis creaba. Talline destruía.

Había dos más, otros niños mellizos (Cita textual oída en un bar: “¡La señora Sky solo parece saber parir a pares!”) de cuatro años, Ingrid y Alessandro, que se habían convertido en los niños mimados de las cámaras y de Abuelita Micaella. Pero esos todavía no eran tan peligrosos como los mayores.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Its just a jump to the left [and then a step to the right]



Aquella mañana no se encontraba bien. La resaca lo atacó en cuanto abrió un ojo y tuvo consciencia de estar despierto, y ahora amenazaba con quedarse ahí durante todo el día. Sintió que las ganas de vomitar, le ganaban poco a poco el primer puesto a la sed.
Pero no se levantó. No se había movido cuando la boca amenazaba con empezar a arder de lo seca que estaba, no iba a hacerlo por un par de náuseas sin importancia.

Giró la cabeza, y sus ojos se detuvieron en el chico. ¿Al final se había quedado? Sonrió levemente. Claro que se había quedado, con tanto alcohol en el cuerpo...
Y ahora estaba dormido en su habitación. Porque estaba dormido, aquella cara de serenidad, en aquellos tiempos, solo se tenía cuando uno estaba dormido, muerto o drogado. Y el chaval respiraba.
Frunció el ceño. ¿Y cómo es que él estaba vivo? Debería haber muerto el día anterior, y sin embargo, allí estaba. Resacoso, pero vivo. Y se había despertado al lado de alguien. No recordaba bien su nombre, pero era alguien. Un chico dormido a su lado, que ignoraba que él lo miraba , que no sabía que el sol que entraba, perezoso, por la ventana jugaba con su cabello, haciéndolo parecer dorado.

No es oro todo lo que reluce.

Aunque a veces sí.

viernes, 5 de noviembre de 2010

No es oro todo lo que reluce

Tengo vida. Soy un suspiro, un parpadeo. Un pensamiento. Existo.


Siempre fui un personaje curioso.

-No soy un héroe. -susurró él en su oído, sus labios rozando los cabellos castaños de su acompañante; su aliento, cálido, dulce, acariciándole el lóbulo de la oreja.- Eso no se me da bien.

La otra figura ahogó un jadeo. Su aliento era diferente, era frío. Muy frío, y olía a menta. O a hierbabuena, tal vez. Le brillaba el pelo, y la luz de las mortecinas farolas hacía que pareciese dorado.
Y aunque no es oro todo lo que reluce, el asesino no se acercó a aquellos esa noche.
Y él, que no parecía haberse dado cuenta, contestó a la pregunta que le había murmurado su compañero.

-Por supuesto que existe el futuro para mí. Está ahí, es una sombra, una figura, algo difuso.
Esta ahí.
Pero a nadie le importa.