Siendo justos, hay piedras mucho más interesantes que Colin McGrawson. Y no por nada, si no porque a él le da igual.
Colin McGrawson es un bueno-para-nada experto en todo. Colin McGrawson sería capaz de darle a una hormiga en la pata delantera derecha, a una distancia de diez metros con una piedra, si quisiera. Pero ahí está la cosa. Si quisiera.
Colin McGrawson es la complicación más simple del mundo. Ícaro dijo que no lo entendía cuando lo conoció. No es algo típico. No es que sea un cínico descreído, es que, sencillamente, no cree en nada. O sí, porque cree en las ruedas de su coche, en las piedras del camino, en la mala leche de su madre. También cree en cosas más trascendentales, no te creas que no. Colin McGrawson cree en el amor, por ejemplo, como la gente cree en los accidentes graves. Solo le pasa a los demás, y mejor que mejor.
Colin McGrawson no es interesante. No le conviene. Ya le hubieras pillado, y él no cree en tí.