[También puedes llamarme Crista]

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Careine
Indefinible (que no indefinida)
Y podrías llamarlo el fin del mundo...

domingo, 27 de marzo de 2011

Un tal Colin.

En este mundo hay cosas mucho más interesantes que Colin McGrawson. Temas de conversación más interesantes, recetas culinarias más interesantes, museos más interesantes e incluso documentales-de-esos-que-se-utilizan-para-dormir-la-siesta más interesantes.
Siendo justos, hay piedras mucho más interesantes que Colin McGrawson. Y no por nada, si no porque a él le da igual.
Colin McGrawson es un bueno-para-nada experto en todo. Colin McGrawson sería capaz de darle a una hormiga en la pata delantera derecha, a una distancia de diez metros con una piedra, si quisiera. Pero ahí está la cosa. Si quisiera.
Colin McGrawson es la complicación más simple del mundo. Ícaro dijo que no lo entendía cuando lo conoció. No es algo típico. No es que sea un cínico descreído, es que, sencillamente, no cree en nada. O sí, porque cree en las ruedas de su coche, en las piedras del camino, en la mala leche de su madre. También cree en cosas más trascendentales, no te creas que no. Colin McGrawson cree en el amor, por ejemplo, como la gente cree en los accidentes graves. Solo le pasa a los demás, y mejor que mejor.
(Sí que cree en el olor del café por las mañanas, y en el pelo rojo de Ámbar Tyson, pero eso es un secreto)
No cree en las alas de Vega Lyra, ni cree en la vida-después-de-la-muerte. Pero eso a todo el mundo le parece extremadamente normal.
Colin McGrawson no es interesante. No le conviene. Ya le hubieras pillado, y él no cree en tí.

martes, 22 de marzo de 2011

Miravelle

Miravelle Highs. Hiperactiva de la vida, ruidosa, adicta a las aceitunas y al agua fresquita de la nevera, blanco fácil de las ironías de Chef y November, misterio al cuadrado, alter ego, fumadora compulsiva.

¿Alguien necesita más pistas?

(♥)

jueves, 17 de marzo de 2011

Sinclair, Cyrus

Nadie hablaba nunca de Cyrus. Fredderik, el mayor, el maldito genio de mierda acaparaba toda la atención. Incluso hablaban más de Blair, que era tan normal, tan anodino, y a la vez, tenía aquel caracter tan ácido y desagradable, y además se permitía el lujo de ser agradable con todo el mundo. Y bueno, Charlie era taaaan encantadora que nadie se olvidaría de ella. Pero nadie hablaba nunca de Cyrus.
Cyrus era el guapo de la familia. El guapo, el superficial, y el gemelo pequeño (por tres putos segundos de mierda, así que cállate la boca, Blair), el ligón, el estúpido que en realidad no era.
Ojalá alguien (a parte de Blair o de Fredd) se hubiera dado cuenta a tiempo.
Nadie sabía nada de Cyrus Sinclair.
La peor persona del mundo.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Definitivamente, ni Clover era el prototipo de princesa en apuros, ni el café era un buen castillo encantado. (Y además Miravelle no era un dragón, ni November una bruja malvada (o bueno, un poco sí)). Pero es que Fredderik no era el heredero de un gran reino (aunque sí de un enorme imperio económico, o por lo menos de una buena parte), y Blair y Cyrus no eran sus terribles hermanos pequeños... O sí, pero eso no tiene mucho que ver. No había nada de poesía épica en aquello, salvo las casitas medievales de Plan Ô Pluit. La única dama en problemas era Charlie, el único dragón se llamaba Chef (y en realidad era cocinero) y lo más parecido a una bruja, la señora Clewerater.
No era una historia épica, pero eso no impedía que Fredderik quisiera a Clover como si lo fuera, como para matar bestias, como para levantar castillos (como para mancharse el traje), como para hacer mil y un locuras.
Pero eso no tenía por qué saberlo nadie.

domingo, 13 de marzo de 2011

Vino tino. De Toscana.

Nosotros no tuvimos champagne porque yo no voy a ningún lado con una botella de alcohol francés en el cuerpo.

A parte de al hospital, claro.

Así que no hubo champagne, pero sí vino. Tinto. De Toscana. No recuerdo si fue una botella o si fueron diez, porque, en el fondo, ¿qué importa?

Un suspiro. El humo del tabaco flota, estático, en la habitación.

No hubo grandes saludos, tal vez no hubo ni siquiera grandes frases. Podría resumirlo en miradas, en gestos, en sensaciones. No hubo disculpas, eso sí que no. Nunca las hay, porque es mucho más interesante la discusión.

(Que tampoco hubo).

Una sonrisa. A lo lejos, alguien abre una ventana, o un balcón -¡que más dará!- y la brisa huele a final de verano.

No sé. Sería Happy Ending mezclada con el vino aquel. Que me pongo sensible (o abandono todo sarcasmo. ¿Es lo mismo?) Tuvimos complicidad, de esa que habíamos perdido. De camino a casa, medio borrachos, sonó (no sé si en mi cabeza o en su móvil) November Rain y…

No sé. Luego vino Don’t Cry, y yo lloré, y te juro, te juro que lo oí cantar.

Otro cigarrillo. El mechero es nuevo.

No tenía una casa de revista de interiores. No recuerdo si el primer beso fue en la puerta, o en el ascensor, o cuando. Solo fue una consecuencia, algo que ya esperábamos.

Y cuando sonó Every Breath You Take, tuve que confesar que no me lo esperaba.

martes, 8 de marzo de 2011

Pobres hermanos Sinclair

¡Pobres hermanos Sinclair! Decía la alta sociedad, en aquellas horribles, aburridas reuniones sociales a las que solo iban cuando no había más remedio ¡Ahora serán solo tres sombras grises, ahora que se ha ido la pequeña, la única con algo de vida en esa familia! ¡Pobres, oh, pobres!
(Aunque de pobres, poco, decía Fredderik. Seguro que a alguna de aquellas damas viejas y gordas les encantaría adoptarlos, a ellos y a su fortuna, según Blair. Cyrus ni opinaba).
Y es que Charlotte (Charlie, la pequeña Charlie), volvería. Siempre volvía.

(Y si no, aunque Fredderik no lo supiera, siempre tendrían a Clover).

viernes, 4 de marzo de 2011

Picores en el corazón

Intentemos de nuevo un 1oo% o murámonos los dos en el intento.

(Lo dejo a vuestra interpretación)

martes, 1 de marzo de 2011

Un enfado, una botella, y un derechazo.

Y la verdad es que Scarlet Keynes no se solía enfadar, salvo en contadas ocasiones muy especiales (Nochevieja, Navidad y cuando la botella de vodka del salpicadero se acababa y no se rellenaba mágicamente). Y pocos de sus amigos lo habían visto cabreado (porque aquella vez que tumbó a JD de un puñetazo no cuenta porque el pobre JD no se acuerda). Tal vez Marty, que tuvo que sujetarlo en aquel bar, cuando casi se abren la cabeza él y Dallas (que peleaba a su lado).
Y eso hacen tres. (Que es un número mágico y lo sabe todo el mundo)

Sí, Scarlet Keynes no se solía enfadar, para nada. Él estaba demasiado por encima.
Pero Brandy estaba advertida, oh, sí. Por eso, cuando él volvió a entrar en el coche, las manos apretando el volante hasta que los nudillos se volvieron blancos y la cara rojarojaroja y la botella de vodka vacía sobre el salpicadero, y el coche que no arrancaba, Brandy se dedicó a mirarle jurar en voz baja con todo el descaro del mundo.
-No me mires así, Brandy. -le soltó. Y el espacio se arremolinó, un poquito, en el hueco vacío que había dejado la palabra Brandy, sustituyendo a otra mucho más mágica. La primera vez que Scarlet no llamó a Brandy encanto, ella le soltó un derechazo.
Y a Scarlet se le pasó el enfado.

A veces él era un poco niño pequeño, y otras consideraba el ir a cantarle su amor
a la ventana de Brandy.
Pero solo hasta que se dió cuenta de que la señorita Aston Martin
no era su amada.
Siempre fue más, mucho más.
(Aquel día Scarlet casi estampa el coche. Otra vez)