Ha acabado por considerar normales las discusiones entre sus mocosos (porque son suyos, claro está. Le encanta verlos discutir, Annie es muy melodramática).
Ha acabado entendiendo un poco como va la cosa y porque hay pocos adultos allí, y porque Mett a veces llora por debajo de la manta (cuando cree que no lo oye nadie) y Dylan hace oídos sordos a las pullas. Porque ahora sabe que un día los adultos elegidos se van más allá, a las Profundidades y que ese es el destino de Mett (y por eso ni él ni Dylan quieren hablar del tema).
Se ha acostumbrado a los niños de la Calle, a los Abandonados, a los habitantes del Subterraneo. A la torpeza de Mett, a lo silencioso que es Dylan y a Annie. Sobretodo a Annie.
De todas maneras, hay cosas que todavía no ha visto, como cuando la chica vuelve de ver al Comandante hecha una fiera Dios sabe por qué motivos. Y cuando pregunta que qué le pasa, Mett se rie y le contesta:
-Nada. La revolución y esas cosas.
(Leto está tentado de preguntarle a Annie si tiene la regla, pero cuando ve la enorme pistola que lleva, decide que es mejor callarse)