-Dime una cosa. Una sola respuesta, hermanito. -Los ojos azules de Anna Eva brillaban en la oscuridad de un modo que no era agradable.
-Dispara. -contestó la voz ronca del hombre metido en las sombras.
-Si yo me tirase por las almenas, ya fuera a posta o un simple resbalón causado por estos horribles vestidos... ¿Saltarías tras de mí para recogerme?
-No. -No hubo un silencio previo a la respuesta, no hubo siquiera una vacilación.- Para eso tienes a Devon, Eva. Y a una horda de amantes locos por tí. Y a tu guardia personal. Y a Ärno de Ost, tal vez. Así que no, no moriría por tí.
Ella sonrió.
-Asi que sí que eres tú. Bueno pues. Bienvenido a casa, señor Matthew Scorpius Cefir d'Angelo, heredero de la casa Cefir... -hizo una reverencia burlona ante las sombras.- Ah no.
-¿Qué te ha dado ahora? -gruñó él.
-Estais desterrado, caballero. -ella esbozó una sonrisa divertida.
-Oh... ¿en serio? -y en su voz se adivinaba una sonrisa idéntica a la de su hermana.
Maya quiso avanzar un poco más, para verle la cara a Matthew Scorpius Cefir d'Angelo, el tocayo de su compañero de viaje, el proscrito. Pero Lewis la agarró por el brazo y negó con la cabeza. Mas valía que no los vieran.
-Ajá. Pero aún puedes conseguir el perdón del Rey. -entornó los ojos otra vez, haciendo aún más grande su sonrisa.- Hay un par de... ratones a la vuelta de la esquina. Les gusta mucho escuchar a escondidas. Mira a ver si que haces con ellos, Mattie.
-No voy a matar a nadie sin que el Rey lo sepa en su propia casa. -susurró Matthew.- Sería... poco honorable, sucio y ruin.
Las carcajadas de la joven resonaron por el angosto pasillo al tiempo que su cuerpo se convulsionaba.
-Yo soy sucia, ruin y poco honorable, Matthew. Me viene de familia. Y tu y yo somos hermanos de sangre.
¡Pero que maldad! Me encantó ese toque despectivo "los ratones en la esquina". La sangre fría es compartida, después de todo.
ResponderEliminarEs una historia interesante, ya sabes... diferente. Saludos :)