[También puedes llamarme Crista]

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Y podrías llamarlo el fin del mundo...

viernes, 8 de octubre de 2010

Little Nolwenn Silence

Si quieres bailamos, me pongo los zapatos y me llevas...


Nolwenn era el Silencio. Sigilosa, de pasos inaudibles. Nolwenn era tranquila, como un lago de agua cristalina. Era la calma que venía después de la tempestad (ese solía ser Dave). Todas las puertas se cerraban sin ningún ruido a sus espaldas, incluso la del baño de casa de Ai, que no había manera de que no se arrastrase. Todos los cacharros de la cocina que utilizaba para cocinar-¡Nolwenn cocinaba realmente bien!- eran completamente silenciosos, ningún plato ni ningún vaso se chocaban entre ellos. Cuando ella entraba, la estruendosa lavadora de la cocina de Dylan dejaba de zumbar y de hacer ruidos. Pero Nolwenn no era desagradable, ni seca. El silencio alrededor de Nolwenn era cómodo y agradable. Era un silencio familiar. Podías cogerlo y amoldarlo a tu manera. Era el silencio de Nolwenn. Se podía sentir, se podía tocar. Porque era el suyo.
Pero había detalles sobre ella que eran curiosos. Le gustaba cocinar. Hablaba con un perfectísimo acento muchísimas lenguas. Le gustaba quedarse a dormir en casa de Dylan, porque aunque ella era muy ordenada, le encantaba el desorden que había allí. Le gustaba bailar.
Y escuchaba heavy metal a todo volumen.

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